*La vida sigue y yo también. Lo único que quiero es que me miren con dignidad”.
Por: Patricia García Solís.
Para escribir se necesita utilizar la lógica, el sentido común, la imaginación y ser creativo. Pero la investigación es imprescindible cuando todo lo anterior no es suficiente. Con esa premisa nace “Perspectiva Ciudadana”, y porque nos interesa dar voz a integrantes de la sociedad que tienen algo importante que decir para que estemos informados, para tener una visión diferente a la nuestra sobre algún tema en especial o, simplemente, porque merecen ser escuchados cuando pocas oportunidades tienen de que así sea.
El tema de la discapacidad es tan variado como lo son las características de cada una de ellas. En las ediciones pasadas de Última Hora de Guerrero se han tocado algunas cuestiones interesantes, y seguramente lo seguiremos haciendo porque, como sociedad, es imprescindible que entendamos los retos que las personas con alguna condición especial enfrentan, aquellos que ponen a prueba su voluntad, carácter y deseos de superación.
Queriendo conocer cuáles son los problemas que de manera cotidiana viven las personas con una discapacidad motora, que tienen una movilidad limitada a causa de una secuela por enfermedad o accidente, a los que se les dificulta desplazarse y que habitan en Acapulco, tuve la oportunidad de platicar con “Prometheus”, nombre que utilizaremos para preservar su identidad.
Prometheus es el vivo ejemplo de que la vida te cambia en un segundo. Desempeñando su trabajo se desplazaba en moto cuando fue impactado por un camión urbano; con 44 años tuvo que decidir entre su pierna o su vida, su elección fue vivir, pero no vivir para ser dependiente, sino hacerlo para seguir siendo productivo, un miembro útil de la sociedad, para que su familia se sintiera orgullosa y él pleno y realizado. La autocompasión no es su estilo.
Los que piensan que la amputación de su pierna ha sido lo más difícil a lo que ha tenido que enfrentarse, no pueden estar más equivocados. El reto para Prometheus es cómo desplazarse en una Ciudad que no tiene las condiciones adecuadas para que las personas con una discapacidad motora como él puedan salir a la calle para realizar sus trabajos. Su discapacidad es reciente, todavía se siente torpe con las muletas. Amigos y familiares son el soporte con que cuenta para que lo lleven de un lugar a otro en sus autos; cuando no les es posible trasladarlo, utiliza taxis, y los amigos del volante pueden sentirse orgullosos porque me refiere que siempre son atentos y comedidos. Ya se subió al Acabus, mencionando que todo el personal con el que tuvo contacto, en especial el chofer, fueron muy solícitos y profesionales al ayudarle a ingresar y salir del vehículo. Los camiones del transporte público no son una opción viable para él. En distancias cortas utiliza la silla de ruedas, lo que se me hizo una proeza, por eso lo abordé y le solicité una entrevista.
Me cuenta que solía ser muy independiente en el ir y venir de su rutina diaria, por lo que necesitar ayuda para cosas que antes él solo podía realizar es deprimente, frustrante y en ocasiones humillante. Se muestra agradecido con aquellas personas que lo ven en la calle, luchando por moverse en su silla de ruedas, y que de manera educada y amable le ofrecen ayuda, que él acepta cuando de verdad solo no puede. Menciona que en esos casos, su ayuda la considera providencial.
Cuando le pregunté: ¿Cuál es el mayor reto cotidiano al que te enfrentas al salir solo de tu casa?, les transcribo textual lo que me contestó: “Banquetas construidas en forma irregular y discontinua, alteradas con rampas por los propietarios de domicilios particulares y negocios, así como comerciantes que invaden banquetas y calles, haciendo prácticamente imposible desplazarse con seguridad por las colonias. Basura por toda la ciudad, que se enreda en las ruedas de la silla. Un servicio de transporte público que no cuenta con accesos adecuados para personas que utilizan sillas de ruedas. La falta de acceso e infraestructura de oficinas, dependencias gubernamentales y hasta de salud pública, al igual que en centros comerciales, casas y complejos habitacionales. En algunos casos, debo mencionar la carencia de rampas, elevadores, baños y estancias adaptados a las personas con discapacidad”.
Le pregunto, y su respuesta no tiene desperdicio: ¿Qué sugerencias les haces a las autoridades para facilitar la independencia de las personas con discapacidad motora? He aquí lo que Prometheus sugiere:
* Despejar y adaptar banquetas y calles.
* Reacondicionar los vehículos de transporte público.
* Modificar funcionalmente instalaciones de la ciudad.
* Capacitación para aquellos que necesitan cambiar de ocupación por su nueva condición.
* Incluir accesorios protésicos dentro de la cobertura de la Seguridad Social. * Que se otorguen créditos para la adquisición de prótesis a particulares. Si se otorgan créditos para comprar autos y motocicletas, ¿por qué no lo otorgan para adquirir sillas de ruedas o prótesis?.
Enfáticamente Prometheus me dice que las personas con discapacidad no necesitan limosnas o compasión, lo que requieren es sentirse útiles e independientes. Considera que tal vez estos cambios impliquen una gran inversión, pero que deberían valorarse las posibilidades que se abrirían para las personas con limitaciones físicas, que no requieren apoyos exiguos, sino programas que les ayuden a ser más independientes y, por ende, productivos.
La inmadurez de una sociedad que no considera el respeto a las personas con discapacidad es otro problema al que Prometheus se tiene que enfrentar cuando se arriesga a salir solo a desempeñar labores que él considera importantes para recuperar el control de su vida. Trabajar, estudiar, hacer vida social son derechos a los que no está dispuesto a renunciar porque vivir secuestrado en las cuatro paredes de su hogar es un precio demasiado alto para alguien que quiere ser reconocido cuando lo observen las personas con las que se encuentre. Le gustaría que pensaran: “Vaya, ese hombre es un luchador. logró superar sus limitaciones, es un miembro productivo de la sociedad y digno de respeto”. Porque, al final de cuentas, él considera que lo único que un ser humano espera de sus semejantes, es justamente ser tratado como tal. Ni menos … ni más.
La definición parcial de SECUESTRO expresa que se trata de “Retener a una persona por la fuerza y en contra de su voluntad”. Considero que nos encontramos con que eso hace el Municipio de Acapulco con las personas que tienen una discapacidad motora, las secuestra en sus propias casas, impidiendo su derecho a transitar libremente, a ser miembros productivos de la sociedad de la que forman parte, violando los derechos que a todos los ciudadanos otorga la Constitución de nuestro país.
Señor Presidente Municipal de Acapulco, aunque tengo la duda razonable de que nos vaya a leer, de ocurrir el “milagro”, le invitaría a considerar lo que Prometheus nos aporta y, no estaría nada mal, a acompañarlo, en silla de ruedas, por las calles de la Ciudad que usted gobierna, para que entendiera la frustración de aquellos a los que la vida les dio un mazazo, con la esperanza de que se realicen acciones municipales que les permitan seguir siendo ciudadanos valiosos que tienen mucho que aportar.
No me quiero despedir sin transmitirles las palabras de Jazmín Esparza, tetrapléjica (Parálisis conjunta de las cuatro extremidades del cuerpo) colombiana: “No tengo complejos de ninguna clase; la vida sigue y yo también. Lo único que quiero es que me miren con dignidad”.
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